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26 Si conocemos y entendemos estos vínculos y nos damos cuenta de que estas dos
zonas del cerebro tienen que trabajar en cooperación, nos resultará más fácil reconocer,
regular y gestionar nuestras emociones, así como la de nuestros alumnos.
Cómo enseñar inteligencia emocional de manera eficaz
Una vez que estamos convencidos de la importancia de que nuestros alumnos se
desarrollen en inteligencia emocional, la pregunta es cómo hacerlo de manera eficaz.
El primer paso a la hora de mejorar nuestra práctica docente o innovar metodologías,
es la autoevaluación. Cambiar el foco y dejar de ponerlo en el alumno para ponerlo
en nosotros mismos. ¿Cómo voy yo de competencias emocionales? ¿Cómo resuelvo
conflictos? ¿Me tomo los conflictos con mis alumnos a nivel personal? ¿Hablo con
ellos de cómo estoy o de la satisfacción que supone enseñarles?
La mejora personal en habilidades sociales transforma a los profesores en líderes
efectivos, por lo que debemos empezar a cuidar a nuestros maestros, darles formación
para que crezcan y evolucionen no solo en su metodología, sino también a nivel personal.
Cuando los maestros hayan mejorado su inteligencia emocional, serán más capaces
de ayudar a sus alumnos a tener percepción de sus emociones, a comprenderlas y a
regularlas para así gestionarlas y resolver conflictos.
Existen innumerables actividades para ello que han de tener un denominador común:
que provoquen en los jóvenes un acercamiento a la emoción. Herramientas como
los juegos de rol, storytelling o el método del caso pueden ser muy útiles.
Pero sin duda, una de las maneras más eficaces desde el aula para identificar y poder
empatizar con las emociones ajenas es el visionado de películas.
El cine y las emociones
«El poder del cine es tan grande, que no solo empatizamos con las experiencias de
otros seres humanos, incluso con la de los animales»
Vittorio Gallese
Contar historias a través de las imágenes en movimiento, incorporando sonidos y
diálogos, hace que no solo nos involucremos en la historia, sino que también la vivamos
en primera persona, llegando a cambiar nuestras ideas y conceptos del mundo.
Cuando nos disponemos a ver una película, una actividad aparentemente tranquila, se
activan en nuestro cuerpo –en concreto en nuestro cerebro– un conjunto de procesos
cognitivos y neuronales muy complejos.
Al iniciar el visionado de una película, nuestros sentidos se activan detectando una
infinidad de estímulos audiovisuales que se convierten en impulsos eléctricos y que