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Otro aspecto que se puede enseñar de manera muy práctica y eficaz son los estilos 29
de comunicación, tan importantes para conseguir buenas habilidades emocionales y
sociales. Con alumnos de Bachillerato podemos ver escenas de Te doy mis ojos (2003),
de Icíar Bollaín, ejemplo terrorífico de la comunicación agresiva que explica cómo el
miedo convierte tu comunicación en pasiva, deteriorando tu capacidad de explicar
o defender tus intereses, gustos o deseos. O los distintos registros de comunicación:
cuando habla con su psicólogo, el protagonista es capaz de expresarse con un estilo
más racional y pausado (asertivo) ya que en ese momento no está «secuestrado» por
sus emociones.

Te doy mis ojos, largometraje de Icíar Bollaín

Además, la magnífica interpretación de los protagonistas de la película te permite
aprender a reconocer emociones en otros, en sus miradas y gestos, en la tensión de
los músculos faciales, en el aproximarse al otro invadiendo su espacio personal o
con vocabulario agresivo e hiriente. Los alumnos se pueden reconocer en distintas
situaciones y aprenden que el estilo comunicativo también se educa, que pueden
parar, pensar y observar cómo se está sintiendo el otro –pues la comunicación no
verbal ofrece muchísima información.

Otra actividad posible para crecer en Inteligencia Emocional es hacerles entender cómo
afectan los estímulos audiovisuales a nuestras emociones –por ejemplo, dejándoles ver
escenas de miedo sin sonido o escenas alegres con melodías tristes. ¿Qué pasaría si
a escenas de la película de animación de Álex Colls, La Tropa de Trapo en la selva del
arcoiris (2014), les quito el volumen y pongo la banda sonora de una de las secuencias
más inquietantes de Muerte de un ciclista (1955), de Juan Antonio Bardem? Verán
la importancia de discernir los estímulos externos que participan en la creación de
emociones.