Page 34 - PLATINO EDUCA
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34      los mismos pero en otro lugar. Analizar los acontecimientos internacionales desde la
               óptica de unos pocos protagonistas ayuda a entenderlos y a hacerlos reales –quizá
               una de las grandes necesidades que seguimos teniendo en una educación a veces
               demasiado teórica y lejana.


               La destrucción interna y externa que supone ingresar en un campo de concentración o
               una cárcel sin ninguna garantía, que afecta al que entra y a su familia, está bien retratada
               en la película. La maldad y la amistad, que se subliman en estas circunstancias, arrollan
               a nuestro protagonista, y solo el ajedrez le va a hacer sobrevivir. Hay una bajada a los
               infiernos de los que solo remonta gracias al juego, gracias a sus recuerdos, y el tablero
               que pinta mil veces en un taburete –que le quieren destruir porque saben que es de
               algún modo su propia dignidad. Es un juego del bien y del mal, de vivir o morir, y es
               el ajedrez lo que hace a Diego Padilla volver a ser quien era, resurgir de sus cenizas y
               vivir para volver a ver a su hija y a Marianne.




                                                                El jugador de ajedrez es un magnífico
                                                                recurso didáctico desde múltiples
                                                                ópticas. Por su puesto, el propio valor
                                                                formativo del ajedrez está perfectamente
                                                                señalado y es el eje de toda la historia.
                                                                Nuestros protagonistas huyen de un
                                                                mundo derruido a otro que también se
                                                                destruye, y asistiremos al resurgir de Diego
                                                                Padilla gracias a lo que siempre fue uno
                                                                de los ejes de su vida, como campeón
                                                                internacional y como medio de sustento:
               el ajedrez. Se describe bien un periodo tremendo de nuestra historia nacional y mundial,
               y entendemos mejor el mundo que se perdió y lo que supuso para sus contemporáneos,
               que jugaron una partida en la que unos perdieron y otros ganaron –algunos con artes
               que no siempre son confesables.
















                      Fernando Escribano Martín es actualmente
                      profesor de Historia Antigua en la Facultad de
                      Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma
                          de Madrid. Ha sido profesor de educación
                   secundaria más de quince años. Entre sus líneas
                de investigación están el Oriente Próximo antiguo y
                los viajeros a Oriente, y ha trabajado temas sobre la
                        política española en relación al Holocausto.
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