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internet. Lo recoge bien precisamente el título de El quinto poder (The Fifth Estate,               37
            2013), dirigida por Bill Condon, sobre el fundador de WikiLeaks, Julian Assange.


            Al cine se le suele considerar la síntesis del resto de las artes: arquitectura, escultura,
            pintura, música, literatura, poesía y danza. Fue Ricciotto Canudo quien defendió en
            1921 que «el cinema es indiscutiblemente un arte: el séptimo».

            El séptimo arte y el cuarto poder se han entendido bien desde el principio. El uno ha
            encontrado en el otro una fuente inagotable de argumentos y de historias que nos han
            dejado verdaderas obras maestras cinematográficas recogiendo todas las ópticas y todos
            los ángulos del periodismo y de los grupos de comunicación a lo largo de los tiempos.


            Nos encontramos con títulos que muestran la labor de denuncia y de lucha que ejerce
            el periodista y su medio contra el poder político, económico o social, pero también
            otros que ofrecen un lado más oscuro y corrupto de la profesión.


            En el lado bueno: Todos los hombres del presidente (All the President’s Men, 1976), dirigida
            por Alan J. Pakula y con Robert Redford y Dustin Hoffman, sobre el caso Watergate; El
            dilema (The Insider, 1999), de Michael Mann y con Al Pacino y Russell Crowe sacando
            a la luz los aditivos cancerígenos de una tabacalera; Los archivos del Pentágono (The
            Post, 2017), dirigida por Steven Spielberg, con Meryl Streep y Tom Cruise recogiendo
            información clasificada de la guerra de Vietnam; o Spotlight (2015), dirigida por Tom
            McCarthy, en la que se destapa un caso de pederastia en la Iglesia católica de Boston.





















                                                              Ciudadano Kane, (Orson Welles, 1941)
                                                              Alexander Kahle - RKO Radio Pictures /
                                                              Dominio público



            En el lado menos bueno: Ciudadano Kane (Citizen Kane, 1941), considerada por muchos
            la mejor película de todos los tiempos, en la que Orson Welles muestra la utilización de
            la información en beneficio propio del protagonista; El gran carnaval (Ace in the Hole,
            1951), de Billy Wilder, donde Kirk Douglas encarna al periodista sin escrúpulos; o el
            peligro de no contrastar fuentes antes de publicar una noticia en Ausencia de malicia
            (Absence of Malice, 1981), de Sidney Pollack, con Paul Newman y Sally Field.


            La aparición de la radio y de la televisión dieron un giro importante en la forma de
            comunicarse y de transmitir la información. Historias de la radio (1955), de José Luis
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