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entre jóvenes e incluso niños, para los cuales el audiovisual se ha convertido en su 47
entorno natural.
Por otro lado, las plataformas han cambiado totalmente los hábitos de consumo
audiovisual, y yo detecto que cada vez les interesan más los contenidos de formación.
Estos suelen ser más cortos –por ejemplo, series con episodios de 15, 20 o 25 minutos.
Pero creo que todavía no hay esa explosión de contenidos educativos, que está por
llegar a las plataformas. Y apuesto a que pronto lo hará, pues estas tienen interés en
abarcar todos los segmentos de población y ámbitos de la sociedad».
Sonia Vega
«Desde Infantil hasta Universidad, e incluyendo Formación Profesional, el cine siempre
ha sido un potente recurso educativo para trabajar en el aula. Y también para que lo
usen las familias en sus casas. Francisco Mora, investigador en neurociencia, nos dice
que no hay aprendizaje sin emoción. Yo pienso igual y trato de llevar la emoción y la
curiosidad por aprender a todas mis clases. Y el cine tiene precisamente ese carácter
motivador para mis alumnos: les transporta a otros lugares, realidades y experiencias
sin moverse de casa o del aula. En realidad lo más importante no es la película en sí
–aunque tiene mucha importancia–, sino las actividades previas y posteriores que se
realizan para establecer debates y reflexiones, donde los niños trabajan sus habilidades
sociales y críticas. Todo ello, por supuesto, adaptado a la edad y el curso de los alumnos
–en mi caso, Infantil y Primaria. Si esto lo acompañamos con una serie de rutinas del
pensamiento, se consigue desarrollar una gran competencia audiovisual y lingüística
en los estudiantes. Además, a través del cine se pueden trabajar todos los contenidos
curriculares de forma transversal, englobando todas las áreas de aprendizaje».
Miguel Gómez
«La conexión entre el cine y la educación viene de muy lejos, prácticamente de la invención
del cine. No es ninguna novedad que se proyecten películas en las aulas y que el profesor