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ECAM 2020 – Rigel Pomares
que no siempre vamos a tener claras. No pasa nada, es normal, es un proceso orgánico
que se va a ir formando poco a poco a medida que se escriba. Lo que sí es fundamental
a la hora de comenzar el proceso es tener una férrea voluntad para hacerlo e invertir
tiempo y energía, todo lo demás va a venir solo con constancia, paciencia y trabajo.
Lo cierto es que, al principio, podemos tener, o creer que tenemos, muchas cuestiones
claras en la cabeza, pero a la hora de enfrentarte a esa primera página, verás que no es
así. Una cosa es tenerlo en la cabeza, tanto en el consciente como inconsciente, y otra
muy distinta es escribirlo en un formato de guion, con unas características propias del
lenguaje audiovisual y dotándolo de sentido escénico y narrativo.
El miedo, la inseguridad o la inexperiencia son algunos de los condicionantes que
aparecerán en el inicio y el desarrollo del proceso de escribir un guion; nos harán caer
en bloqueos a la hora de no saber por dónde empezar, dudaremos varias veces de
cómo continuar la historia, de qué escena escribir para dotar de carga dramática al
momento, de que dirán mis personajes, de que harán mientras hablan, de cuál será el
subtexto del diálogo...
Cuando eso pase, ya sea al comienzo de una historia, o en el desarrollo de la misma,
es aconsejable oxigenar el cerebro y cambiar de actividad para salir del bloqueo. Ver
cortometrajes, fotografías, pinturas, escuchar música, ir al teatro, al Prado, leerte un
relato, ver una puesta de sol, tener una conversación con un ser querido… todo esto
siempre ayuda a poner foco en otro lado. Se trata de liberar la tensión acumulada del
bloqueo y desconectar la mente.