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Kurosawa, 1975). En una de sus conversaciones, el cazador de la etnia hezhen incide 29
en la conservación de la naturaleza y le dice al capitán, que está explorando los
bosques de la taiga siberiana: «tenemos que respetar este bosque porque al otro lado
de esos árboles hay gente». Evidentemente, no se refiere a personas. Un sinfín de citas
y momentos donde el cine nos ha marcado hitos y referentes para explicar y entender
nuestras vidas.
Esta sencilla reflexión pretende justificar la vigencia del valor educativo de la creación, la
realización y la visualización de una película en un aula. Nuestro mundo es absolutamente
audiovisual, donde el valor de la imagen en movimiento es algo intrínseco, especialmente
para los niños y jóvenes. Pero esta realidad no garantiza el acercamiento y el disfrute
de las creaciones audiovisuales.
El valor educativo del cine es un hecho que no requiere muchas disquisiciones. Se
ha utilizado tradicionalmente para enseñar, socializar y entretener. En determinados
momentos ha sido un magnífico recurso para incorporar tecnología en la escuela
(proyectores de cine, reproductores de vídeo, etc). Era la ventana para trasladar a los
alumnos a una realidad histórica, social, filosófica y documental que no se podía plasmar
en un papel (un viaje desde el pupitre). En este momento la pregunta es: ¿Tiene sentido
utilizar el cine como un elemento articulador del proceso de aprendizaje de nuestros
alumnos y alumnas? Yo pienso que sí, radicalmente sí. ¿Debe ser sustituido el cine por
pequeños vídeos de 10 o 15 segundos, por la inmediatez de pequeñas filmaciones?
Yo creo que los dos son plenamente compatibles en la escuela. Vivimos con nativos
digitales acostumbrados a recibir información inmediata de autoconsumo, pero esto
no está reñido con la capacidad para acercarse a una ventana de ensoñación como
es el cine: solo hay que crear los escenarios educativos para que ocurra.
¿Cuáles son los aspectos educativos que justifican el valor del cine como un
recurso imprescindible en la escuela?
Seis claves: Primero, la capacidad para recrear una realidad que no está presente,
tanto si es pasada, futura o si está ocurriendo en este momento. Segundo, porque
desarrolla la imaginación, te traslada más allá de las fronteras que delimita la propia
realidad. Tercero, porque es capaz de generar emociones: todas las películas, sean
buenas, malas, aburridas, divertidas o dramáticas, nos generan un cambio de estado
emocional. Cuarto, el cine genera reflexión y debate, y si hay un debate hay un proceso
de reflexión colectiva. Quinto, se desarrolla un proceso creativo, porque es un arte.
Sexto, potencia un pensamiento crítico desde la narración visual a la generación de
ideas sobre la realidad en los tres estados del tiempo.
Estas claves son elementos troncales de los procesos de innovación educativa que
actualmente se están potenciando. Estamos educando a personas para que adquieran
competencias desde las capacidades de cada uno. El cine ha amparado muchos
contenidos curriculares para explicar aspectos históricos, científicos o sociales. Ahora
es el momento de apoyarnos en el cine para vertebrar el currículo escolar en los seis
aspectos que comentaba anteriormente, para trabajar en una escuela de competencias
educativas descritas en el marco legislativo.