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Eva Perón (Juan Carlos Desanzo, 1996)
Contemplada desde hoy, tal visión resulta compleja, pues el poso populista, arrebatado,
sentimental y extremo juega un papel relevante en todas y cada una de sus apariciones
e intervenciones públicas –y así se muestra en algunas de las películas que se le
dedicaron. Más complejo aún es cómo el peronismo se convierte en un movimiento
transversal que colinda con elementos próximos al fascismo italiano y con los dogmas
socialistas –cuando no directamente revolucionarios– de la izquierda guevarista. El
enigma queda para la Historia. Lo cierto es que, tras la caída del general, el nuevo régimen
pronto produjo El mito de Perón y Evita (1957), película documental en la que, como
cabe adivinar, se suceden las críticas, los vituperios, la condena y la denuncia de los
abusos y demás atropellos del peronismo –y la figura de Evita no se libra en absoluto
de la cascada de críticas y del correspondiente ajuste de cuentas político. Pero lo cierto
es que el personaje sí da para una propia mitología cinematográfica….
En Evita (1996), Alan Parker se atrevió con la
adaptación para el cine de la ópera rock de
Andrew Lloyd Webber. Si se piensa que la
argentina estaba interpretada por Madonna,
y que aparecía el Che interpretado por
Antonio Banderas (por cierto, excelente
como siempre), ya puede suponer el lector
la verosimilitud histórica del guion –aún
cuando las piezas musicales, con letras de
Tim Rice, fueran memorables. Sí, la sombra
de Evita es alargada; tanto, que su cuerpo
embalsamado después de su fallecimiento
viajó entre las traiciones, las sospechas, los
abusos y las mentiras, y así lo recogió el filme
Abigail Jaye interpreta a Evita en el musical de del notable director argentino Pablo Agüero,
Andrew Lloyd Webber (Sheila1988 / CC BY-SA 4.0)