Page 52 - PLATINO EDUCA
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52 Carrière recordaba en su libro sobre el guion La película que no se ve (1994) cómo
recibió la primera lección fundamental cuando quiso empezar a hacer cine. El consejo
vino de la mano de maestro Jacques Tati, director de películas como Las vacaciones
del señor Hulot (1953) o Mi tío (1958), que entrevistó en su productora a un joven
Carrière. Lo primero que le preguntó fue: «¿Cuánto sabe usted de cine?». Un nervioso
y balbuceante Carrière le contestó que era lo que más le gustaba en el mundo, que
iba tres días a la semana a la Cinemateca… Tati lo interrumpió con un gesto de la
mano y reformuló la pregunta: «Me refiero a
cuánto sabe usted sobre cómo se hace una
película». Carrière le contestó que casi nada.
Tati llamó inmediatamente a Suzanne Baron,
la montadora de su película (la persona que
edita y une los planos rodados para dar
sentido y coherencia al filme) y le pidió que
le enseñara al joven aspirante a guionista
cómo se hace el cine. Carrière reflexiona
sobre aquella tarde y confirma: para hacer
cine hay que saber primero cómo se
hace, hay que ponerse en contacto con
la técnica. Baron le enseñó cómo se creaba
la película en la sala de montaje y le dio la
segunda lección del día: le mostró el guion
de la película que estaba editando y le dijo
que «el problema está en pasar de esto (el
guion) a esto (señalando la bobina de la
Jacques Tati, el genial director de película ya rodada)». Carrière afirma que esa
películas como Día de fiesta (1949) transformación es una operación alquímica
(IISG / CC BY-SA 2.0) en la que el papel se convierte en película.
Así que ya tenemos un punto de partida: convertir el guion que queremos rodar en la
película que nos imaginamos, aprendiendo un nuevo idioma, el de las imágenes y los
sonidos. ¡Manos a la obra!
Lo primero que debemos tener en cuenta es la materia prima del cine: las imágenes
y el sonido. Así como el pintor tendrá las pinturas y su pincel, y el escritor el lápiz y el
papel, el cineasta tiene que pensar en la cámara y en el micrófono para crear su obra,
seleccionar a través del objetivo la realidad que quiere mostrar: es decir, elegir el plano.
Como ya decíamos en anteriores artículos, podemos decidir el punto de vista que
elegimos para contemplar una escultura, acercarnos o alejarnos, contemplarla desde
abajo o desde arriba. Sin embargo, una pintura como Las Meninas, Velázquez, nos
propone ya un punto de vista: el del pintor que mira a sus retratados desde el caballete.
Con la cámara hacemos una propuesta similar: tenemos que ser conscientes a la
hora de hacer cine que la cámara serán los ojos, el punto de vista del espectador.
Siguiendo esa máxima, cuando acerquemos la cámara a algún objeto, será como si
arrastráramos al espectador a que mire de cerca ese objeto, y cuando cambiemos de
posición de cámara, será como si le hiciéramos saltar de un lado a otro.