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Aránzazu Vilor Barros


Aránzazu Vilor Barros

Es maestra del CEIP Melquiades Hidalgo de Cabezón de Pisuerga (Valladolid), así como educadora ambiental, coordinadora de proyectos de Educación para el Desarrollo y promotora de la participación infantil en dicho centro (una labor reconocida con los IX y XI premios nacionales de EpD «Vicente Ferrer», otorgados por la AECID y el Ministerio de Educación y FP). Es diplomada en Magisterio y Educación de Adultos y graduada en Educación Primaria, y tiene amplia formación en temas relacionados con la Agenda 2030 y ODS.

 

Septiembre | 2023

Dime qué tiras y te diré…

La alimentación es un derecho fundamental porque se basa en el derecho a una vida en condiciones dignas. Esta premisa es de la que partimos en el CEIP Melquiades Hidalgo de Cabezón de Pisuerga (Valladolid) a lo largo del curso escolar 2022-2023 para trabajar, con el alumnado de 6º de Primaria, un tema tan importante en la actualidad como es el desperdicio de alimentos.

El informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) de 2022 sobre ‘El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo’ pone de manifiesto que cada día se desperdician toneladas de alimentos y que 3100 millones de personas no tienen acceso a una dieta saludable. Igualmente, en el informe de 2021 sobre el ‘Índice de desperdicio de alimentos’ del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) se afirma que el 17 % de nuestros alimentos acaba siendo desperdiciado en la venta al por menor y por los consumidores, especialmente en los hogares.

Mural creado por los alumnos del centro

Pero lo realmente alarmante es que la FAO estima que los alimentos que se pierden y desperdician podrían alimentar a 1260 millones de personas hambrientas cada año. Si además de esto tenemos en cuenta que desperdiciar alimentos supone un impacto en el medio ambiente y una enorme pérdida de recursos básicos como agua, superficie agrícola y energía –que se emplean para producir esos alimentos que finalmente se tiran–, tenemos motivos más que suficientes para abordar, tratar y sensibilizar sobre un tema como este.

El proyecto escolar ‘Dime qué tiras y te diré…’ es una propuesta que parte de la plataforma Platino Educa, la Fundación RFK Human Rights Spain y nuestro centro, el CEIP Melquiades Hidalgo, que ha sido premiado nacional e internacionalmente por llevar a cabo en el seno de sus aulas y junto a la comunidad educativa proyectos de Educación para el Desarrollo en los que se abordan los Derechos Humanos, la Agenda 2030 y los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, con el alumnado de Infantil y Primaria.

Cuando nos sentamos a desarrollarlo teníamos claro que nuestro fin primordial era analizar cómo todos nuestros actos diarios y cotidianos tienen sus efectos en las personas y en el planeta. Consideramos fundamental educar y concienciar sobre la importancia de reducir la cantidad de alimentos que se desperdician y promover un cambio de hábitos, aprendiendo a valorar lo que supone la cadena alimenticia (el cuidado del medio ambiente, el esfuerzo, la solidaridad, etc). De nosotros, y solo de nosotros, depende que cambiemos nuestros hábitos.

Los alumnos viendo Tus desperdicios y otros manjares. Impresiones de los alumnos.

En ese marco planificamos diferentes actividades con las que quisimos hacer hincapié en la necesidad de sensibilizar a favor de los valores sociales y humanos, fomentando a su vez la inquietud por saber más sobre el mundo en el que vivimos. El alumnado tuvo que reflexionar sobre nuestra sociedad consumista y sobre los desequilibrios que se producen con la cantidad de comida que se desperdicia –algo que choca frontalmente con la insolvencia alimentaria de millones de personas en todo el mundo, incluso en España. Para ello comenzamos viendo en Platino Educa el largometraje documental Tus desperdicios y otros manjares (Richard Zubelzu y Magda Calabrese, 2018), con lo que pusimos en marcha una primera fase de trabajo a la que llamamos ‘Abro los ojos a una realidad’.

A raíz de dicho visionado comenzamos a investigar sobre nuestras propias conductas, tanto en casa como en el colegio, descubriendo el significado que tiene tirar a la basura los restos de comida que dejamos en el plato, los productos que caducan, la fruta y verdura estropeadas o los restos del bocadillo que no nos apetece comer. Nos acercamos a los mayores de Cabezón de Pisuerga para realizar una encuesta en la que les preguntábamos, entre otras cuestiones, cómo era la alimentación hace 50 años, cómo era ir a la compra y cómo estaban envasados los productos que se vendían. Y tras esa experiencia, nos asomamos al libro Hungry Planet: What the World Eats(‘Planeta hambriento: lo que come el mundo’) del fotoperiodista estadounidense Peter Menzel, quien recorrió numerosos países fotografiando la cantidad y el tipo de alimentos que consume una familia en una semana. De esta forma pudimos comprobar cómo el desperdicio alimentario es un problema ético y provoca grandes desigualdades en el mundo.

Hambre cero, erradicación de la pobreza, reducción de las desigualdades, disminución de las amenazas al planeta… Todos estos asuntos también nos condujeron a conocer en profundidad a Wangari Maathai, activista, luchadora y defensora de los derechos de las personas. Con su ejemplo, esta keniana nos demuestra que todos nuestros actos influyen decisivamente en el mantenimiento de los recursos del planeta y que nuestra capacidad como consumidores se convierte, una vez más, en la herramienta principal para introducir prácticas y alternativas que minimicen la explotación de los recursos naturales. Su historia nos llevó a plantearnos que todos somos capaces de emprender acciones y que, por pequeñas que sean, no debemos dejar de creer en ellas y llevarlas a cabo. El alumnado se comprometió a pensárselo dos veces antes de desperdiciar un alimento y a reciclar para compostar los desperdicios generados en casa y en el colegio. Toda acción deja una huella en el planeta y, por extensión, también en las personas.

Tus desperdicios y otros manjaresa (Richard Zubelzu y Magda Calabrese, 2018)

En definitiva, esos meses de trabajo en el aula nos hicieron abrir los ojos para descubrir la importancia de nuestras acciones individuales. Si Wangari plantó pequeñas semillas en su Kenia natal, nosotros, desde la escuela, nos convertimos en humildes sembradores que van dejando semillas en el alumnado, formándoles como personas responsables y capaces de velar por el bien común… con la esperanza de que esa semilla germine y dé fruto en el futuro.

Película utilizadas
por Aránzazu
egeda

LEYENDA DE ICONOS

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