Nivel Dios, una comedia religiosa de humor absurdo
César Tormo
Edad recomendada: de 13 a 17 años
«Existe una potencia, una fuerza vital, una energía, una animación, que se traduce en acción en ti. Y como de tu persona solo hay uno en toda la historia del tiempo, esta expresión es única. Si la bloqueas, nunca existirá a través de ningún otro medio y se perderá».
Martha Graham bailarina y coreógrafa (1894-1991)
Para un artista, tener una voz personal e intransferible lo es todo. Para ello hay que partir de una escucha íntima, hacia dentro, y descubrir cómo expresarse de manera genuina en un universo que te identifique y distinga como creador. Un director de cine encuentra esa voz con la ayuda de su herencia cultural, sus experiencias vitales y los conocimientos aprendidos. Llegar a encontrar un algo que te identifique requiere trabajo y tenacidad. Es difícil de conseguir, pero creo que intentarlo debería ser obligatorio.
Fotograma de Nivel Dios (César Tormo, 2022)
Yo vengo de una familia católica practicante. Pasé la infancia asistiendo religiosamente a la iglesia cada domingo, lo que, para la mayoría de niños y niñas de mi edad, aburría a las ovejas: estar media hora del fin de semana escuchando la monótona voz del sacerdote era una pérdida de tiempo bastante grande –pensaban ellos. Sin embargo, yo me lo pasaba bien ahí dentro, y no porque fuera un lugar fresquito –que también–, sino porque me gustaba contemplar el espectáculo.
Cada domingo presenciábamos una obra de teatro distinta. Una representación que siempre terminaba con la misma frase tranquilizadora: ‘podéis ir en paz’. El sacerdote era un actor trágico que, desde el altar, encarnaba el papel de Cristo ante una multitud de feligreses. Yo, en pantalón corto, sentado en un banco de madera y con los ojos bien abiertos, disfrutaba de las atracciones del show: las canciones del coro, el apasionado monólogo del sermón, las imágenes de la Virgen, los cuadros de los santos en las paredes, el fervor verdadero que rezumaban las señoras beatas vestidas de negro…
Me encantaba toda la parafernalia de aquella ceremonia cargada de drama y misterio. El público éramos niños, niñas, mujeres, hombres, ancianas y ancianos, entregados en comunión: nos levantábamos, nos sentábamos, nos arrodillábamos, rezábamos, cantábamos, nos quedábamos en silencio, nos santiguábamos, nos dábamos la mano en nombre de la paz y, al final de la función, salíamos a la calle con la alegría del que se siente limpio y renovado.
Fotograma de Nivel Dios (César Tormo, 2022)
Tanto me gustaba aquella performance que le pedí a mi madre apuntarme a monaguillo. Quería estar arriba del escenario y que me iluminaran las velas de los candelabros. Ver la barrera desde los toros y ser actor por primera vez, asumiendo el rol de personaje secundario, vestido con un reluciente hábito blanco. Sí, me hice monaguillo por la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, y fue así como nació en mí la ilusión por la farándula y la puesta en escena. Después, cuando me hice mayor, estudié interpretación y a día de hoy trabajo como actor compaginándolo con la dirección de cortometrajes. Amén.
De estos recuerdos y de cómo vivía yo la religión a los diez años surge la idea de hacer un cortometraje que reflexione sobre los mensajes del cristianismo. Más de un 60% de la población mundial sigue alguna religión: podemos decir, pues, que en muchos lugares del planeta esta orienta el comportamiento social y juega un rol importante en la vida diaria de millones de personas. Es un tema que remueve las emociones de millones de hombres y mujeres. Y como todos los grandes temas, también es divertido plantearlo desde el humor.
Todas las historias pueden ser contadas a través de la comedia. Desde una relación amorosa hasta la muerte de un familiar, pasando por cualquier asunto de contenido social o político. Todo puede arrancar una sonrisa si somos capaces de mirarlo con los ojos deformadores del humor. La contemplación de la vida es la base de la narración en clave cómica. Observamos lo que pasa a nuestro alrededor, vemos el mundo tal como es, y después ‘desubicamos' esa realidad a través de una mirada irónica y exagerada. Nos podemos quedar con esta sencilla idea: la narración de comedia se basa en la distorsión de la realidad.
Cartel de Nivel Dios (César Tormo, 2022)
En mi cortometraje Nivel Dios, estrenado en 2022(y cuyo tráiler puedes ver aquí) encontramos un tipo de comedia muy concreto que, como director, llevo ya algunos años trabajando, y que surge con naturalidad a partir de las decisiones que he tomado desde mis primeros cortometrajes. Un universo que parte de la realidad que conocemos, pero caricaturizándola. No se replica la vida tal como es, sino que se propone como un juego para señalar ciertas cosas, reflexionando sobre la idea de que estas podrían ser de otra manera –sin pretender necesariamente que dejen de ser como son. La actitud de los personajes configura un tono de naturaleza excéntrica para, desde ahí, reflexionar sobre cómo los mensajes de la religión –en ocasiones contradictorios o difíciles de entender– pueden afectar a una adolescente un tanto desubicada.
Nivel Dios hace comedia a partir de los grandes temas del cristianismo: el pecado, la culpa, el arrepentimiento, la confesión, el perdón, el fanatismo, el amor, los milagros o el sexo. En el corto aparece un universo que parte del mundo que todos conocemos, pero distorsionado, dando lugar a situaciones que pueden resultar patéticas o absurdas. La ausencia de reacciones congruentes por parte de los personajes a estas situaciones genera un impacto cómico –produciéndose un desfase entre lo que ocurre, lo que se verbaliza y lo que nosotros observamos. Ese desajuste tiene un efecto humorístico.
Storyboard y fotogramas de Nivel Dios (César Tormo, 2022)
En general, la comedia produce un cortocircuito y un descarrilamiento de la lógica y de las expectativas. No hay humor sin sorpresa y el humor ácido, negro y absurdo son formas sofisticadas de generar esa sorpresa. Por ejemplo, cuando mi protagonista adolescente, Laura, recibe la visita de Jesucristo en su habitación y le pregunta si es Dios, él responde que no, que es Jesús. Aquí aplicamos una mirada irónica desde el diálogo con algo que, cuando yo era un monaguillo de diez años, despertaba mi curiosidad: el misterio de la Santísima Trinidad, que contiene tres personas a la vez distintas e iguales –Padre, Hijo y Espíritu Santo. Las tres tienen una naturaleza divina y, en consecuencia, son un solo Dios. O sea, que son tres, pero es uno –yo de pequeño lo interpretaba como que Dios era un ente con un problema de personalidad múltiple.
En Nivel Dios, los personajes violan el comportamiento razonable con reacciones ilógicas o extrañas para, desde lo imprevisible, generar una sonrisa. Por ejemplo: cuando Jesús está curando la herida de Laura en la enfermería, ella le chupa el dedo porque confunde la actitud de él hacia ella. El humor surge porque se trata de una reacción desproporcionada e inesperada. Es un acto con una carga sexual explícita, desorbitado y sacado de contexto. Está claro que este tipo de distorsión puede alejar a cierto tipo de público anestesiado por lo convencional, al resultarle exagerado o simplemente demasiado raro. No todo el mundo se ríe con las mismas cosas. Es algo que todo cómico tiene asumido. ¡No pasa nada!
La parodia trabaja sobre realidades existentes, deformándolas. Por eso, solo tiene sentido si el espectador conoce esa realidad sobre la que estamos jugando. Es sabido que la religión cristiana habla –entre muchas otras cosas– del pecado, la confesión y el posterior perdón como premio a un arrepentimiento sincero. En el cortometraje se produce un efecto cómico cuando Laura confiesa sus pecados al director del instituto y a sus compañeros de clase, afirmando ella misma que, al sentirse arrepentida, queda limpia de pecado. Aquí se está exagerando a través del razonamiento de la protagonista, que piensa que el problema se resuelve de manera inmediata («me arrepiento, te pido perdón y estamos en paz»). En otra secuencia, Jesucristo le dice: «si te arrepientes de verdad, de corazón, de las cositas que has hecho mal, yo puedo hacer que se cumplan todos tus deseos. Hasta que ese profesor se enamore de ti». Volvemos a hacer hipérbole y esta tiene sentido cómico para el espectador, porque conoce el referente y sabe que las cosas no son exactamente así.
En Nivel Dios también aparecen pinceladas de humor absurdo y surrealista. El comportamiento de Laura es casi siempre inesperado. Es un humor que nos lleva por caminos extrañospara resolver situaciones de manera absolutamente imprevisible. Por ejemplo, que Jesucristo fume y eche la ceniza en la palma de su mano, o que todos los alumnos del instituto, excepto Laura, usen gafas… la gracia está en que no tiene ningún sentido. El humor surrealista y absurdo, en líneas generales, nos permite hablar de todo sin que parezca que hablamos de nada, y pone en evidencia un mundo aparentemente insensato. Los personajes en la comedia absurda son extravagantes y miran la realidad de una manera diferente a los demás. Su lógica no es causal y por eso nos sorprenden, nos desubican y nos pueden hacer sonreír. Quizá, simplemente, nos sintamos identificados con este tipo de humor porque el mundo es, en ocasiones, un lugar muy absurdo.
Fotograma de Nivel Dios (César Tormo, 2022)