El maquillaje de caracterización
Lola Ruiz
Edad recomendada: de 13 a 17 años
Imagen promocional de El chico (Charles Chaplin, 1921)
El maquillaje para el cine es un arte, una forma de expresión integrada en el conjunto de la producción cinematográfica, que cuenta con su propio departamento y que tiene por objetivo transformar la apariencia de los actores para mejorarla, para empeorarla o para buscar un efecto determinado en la narración.
Este tipo de maquillaje encuentra su primer referente en el teatro de finales del siglo XIX. La aparición del cine mudo supuso un momento decisivo en la historia de este arte ya que, al tratarse de imágenes sin sonido, la apariencia del actor resultaba fundamental para transmitir al espectador el carácter del personaje y su función en la historia. Un claro ejemplo de ello lo vemos en el icónico Charlot o Vagabundo creado e interpretado por el cineasta y actor Charles Chaplin, cuyo maquillaje consistía en una base blanca y un delineado negro para remarcar sus ojos y dar mayor dramatismo a su rostro.
Otro ejemplo memorable es el del actor Lon Chaney, apodado «el Hombre de las Mil Caras» precisamente por su habilidad con la caracterización especial. Y es que Chaney se transformaba a sí mismo mediante técnicas revolucionarias de invención propia, logrando efectos tan increíbles como los que se pueden ver en clásicos del cine mudo como El jorobado de Notre Dame (Wallace Worsley, 1923) o El fantasma de la ópera (Rupert Julian, 1925).
Imagen promocional de El fantasma de la ópera (Rupert Julian, 1925)
De hecho, el género fantástico y de terror fue responsable de impulsar en buena medida el desarrollo maquillaje de caracterización. Sus artistas tenían la responsabilidad de transformar a los actores en personas o criaturas de apariencia extraña, debiendo modificar su apariencia por completo. Un referente posterior a los ya mencionados es Jack Pierce, el gran maquillador de las películas de terror de los estudios Universal de los años 20 y 30. Obra suya es el inolvidable maquillaje de la criatura en El doctor Frankenstein (James Whale, 1931), cuya aplicación era tan laboriosa que a veces el actor Boris Karloff dormía con él puesto para no tener que repetir el proceso al siguiente día de rodaje.
Podemos encontrar otro punto de inflexión dentro del desarrollo del maquillaje para cine en la película El planeta de los simios (Franklin J. Schaffner, 1968). Su responsable, John Chambers, demostró un enorme talento al conseguir dotar a los actores de una apariencia simiesca muy realista mediante la innovadora utilización de prótesis de espuma de látex. Con la aplicación paso a paso de estas prótesis, Chambers fue responsable de crear la primera ‘cadena de montaje’ en el maquillaje de Hollywood.
Jack Pierce aplica el maquillaje del monstruo de Frankenstein a Boris Karloff
Como hemos dicho, el género fantástico ha promovido algunos de los maquillajes más revolucionarios de la historia del cine. Un caso particularmente memorable es el de El exorcista (William Friedkin, 1973), en el que además de toda la caracterización demoníaca de la niña poseída, Dick Smith tuvo que idear un sistema especial para el efecto de su vómito –que finalmente consistió en la colocación de un tubo en el interior de la boca (como el bocado que se les pone a los caballos) y su total ocultación mediante varias capas de maquillaje.
Sin embargo, las caracterizaciones revolucionarias no solo han surgido en ese tipo de películas, sino que también encontramos ejemplos muy notables en cintas históricas como Amadeus (Milos Forman, 1984). En ella, el mencionado Dick Smith tuvo que envejecer al actor F. Murray Abraham, entonces de 44 años, para que pudiese interpretar a un envejecido Antonio Salieri a los 73 años. En esa ocasión optó por diseñar y aplicar de forma estratégica una serie de piezas parciales de espuma que modificaban drásticamente la morfología facial del intérprete.
Rick Baker es otro de los pesos pesados de la historia del maquillaje de caracterización. Su trabajo en Un hombre lobo americano en Londres (John Landis, 1981) se alzó con el primer Óscar al Mejor Maquillaje de la historia de estos premios en 1981. Y no era para menos: las escenas de transformación del protagonista en hombre lobo requirieron la creación de un complejo sistema de prótesis diversas, combinado con animatrónica diseñada específicamente por Baker para la ocasión.
Un actor se somete a la aplicación del maquillaje de simio (CBS Television)
Como hemos visto, el maquillaje de caracterización consiste básicamente en realizar una o varias transformaciones sobre la apariencia física del actor –generalmente en su rostro– mediante la aplicación de una gran variedad de técnicas y productos que, a lo largo de los años, han ido evolucionando. El objetivo siempre es favorecer la narración de una historia que, sin este tipo de efectos especiales, sería imposible de creer.
Y es que el diseño del maquillaje de una película comienza desde el guion mismo. A partir de ese texto, el maquillador o la maquilladora estudia, imagina, desglosa y observa al personaje en cuestión para, después, junto al director y al productor, acordar cómo será y se ejecutará su diseño.
El maquillaje de caracterización fue fundamental para transformar a Javier Bardem en Mar adentro (Alejandro Amenábar, 2004)
Teniendo esa base, antes del rodaje se llevan a cabo una serie de pruebas con el actor o la actriz, con el objetivo de ‘cerrar’ el diseño definitivo de su personaje. En esa fase es especialmente importante escuchar las impresiones y necesidades de los actores, puesto que llevarán el maquillaje encima durante muchas horas y deberán sentirse cómodos con él.
Por supuesto, un buen trabajo de maquillaje puede brillar por sí mismo, pero si viene acompañado por un buen vestuario y una buena fotografía, su calidad se verá realzada y potenciada, y beneficiará mucho más a la película en su conjunto. Y es que todo en el cine acaba siendo un trabajo en equipo.