Herramientas y técnicas narrativas para despertar y mantener el interés del espectador
Eva Saiz
Edad recomendada: de 13 a 17 años
Escribir una historia, del tipo que sea, es un viaje largo y en ocasiones tortuoso. Una aventura en la que habrá momentos de euforia y nos creeremos el nuevo Charlie Kaufman (un guionista famoso, todo lo famoso que puede ser un guionista) y otros de bajona en los que nos plantearemos si realmente nuestro trabajo es bueno o es un poquito bodrio.
Si evaluar la calidad de una historia es ya difícil de por sí, no te quiero ni contar si encima la has escrito tú. La escritura es un ejercicio egocéntrico, pero también valiente. Al escribir, uno expone sus miserias al mundo. Y el espectador siempre hace un juicio de valor, porque las historias tienen algo que a todos nos conecta y define.
Todos conocemos historias o tenemos ideas en la cabeza, pero eso no quiere decir que seamos capaces de contarlas bien, de darles articulación, vida, hacerlas interesantes, genuinas, únicas.
El por qué algunas historias triunfan y otras no a veces ni siquiera tiene que ver con nosotros ya que, por suerte o por desgracia, no vivimos en la cabeza del espectador. Pero como de un buen guion puede salir cualquier cosa y de uno malo sólo una mala película, voy a daros tres pinceladas de teoría básica que debemos manejar para escribir una buena historia (o por lo menos intentarlo).
Los personajes deben querer conseguir algo
La búsqueda de un objetivo es el motor de la narración desde que se empezaron a contar historias, ya sea regresar a Ítaca o destruir el Anillo Único. Los personajes necesitan un objetivo y conseguirlo debe requerirles un esfuerzo.
Por eso, mi primer consejo es que le fastidies la vida a tu personaje.
Una forma interesante de saber cuál es el objetivo de un personaje es contestando estas dos preguntas:
¿QUÉ PASA? y ¿POR QUÉ OCURRE?
Es bastante habitual, cuando empezamos a escribir, confundir argumento y trama. Pero en realidad hay un matiz que diferencia estos términos cuando los usamos en teoría narrativa.
El argumento explica QUÉ PASA en nuestra narración. Se trata de poner en orden los acontecimientos que hacen avanzar la historia.
La trama explica POR QUÉ pasan las cosas. Es la historia explicada desde el punto de vista causa efecto. Dicho más claro: las cosas ocurren por un motivo y todo lo que ocurre tiene consecuencias.
Veamos un ejemplo con una película conocida por todos: El rey león (Roger Allers y Rob Minkoff, 1994).
Argumento: Simba, un joven león heredero al trono, se ve abocado al exilio al morir su padre mientras su tío usurpa el poder. Con ayuda de sus amigos y las enseñanzas de su padre, Simba es alentado tiempo después a regresar y reclamar su lugar en el reino.
Trama: Simba es un joven león heredero al trono. Su tío Scar, de la familia real, trata de engañarlo con el fin de quedarse así con el poder. Con ayuda de las hienas, Scar trama un malvado plan para matar a Mufasa, padre de Simba y actual rey, y hacer creer a Simba que él es el responsable. Con la mentalidad de un niño, asustado y con sentido de la culpabilidad, Simba es ahuyentado del reino pensando que ha matado a su padre. Perseguido por tres hienas, que tenían intención de matarlo por orden de Scar, Simba huye a la selva, donde conoce a Timón y Pumba, que lo rescatan y adoptan, y con los que rápidamente establece amistad. Mientras tanto, todo el mundo cree que Simba ha muerto, y es por tanto Scar quien toma el mando...
Y a partir de este punto la trama sigue, pero creo que el concepto ya está claro –y tampoco estamos aquí para hacer una tesis doctoral sobre El rey león.
Conflicto y obstáculos
Cuando ya sabemos qué pasa en nuestra historia y por qué, tenemos conflicto.
El conflicto es el resultado de dos fuerzas antagónicas que chocan. En este caso: Simba es el legítimo heredero del trono, pero su tío le roba el puesto.
El conflicto es lo que le da vida al relato, lo que nos permite captar el interés del espectador.
Nuestra historia se vuelve más interesante cuanto más empatiza el público con lo que le cuentan, cuando comprende los objetivos de los personajes y estos le generan algún tipo de debate interno. Mucho más interesante será nuestra historia si conseguimos empatizar no sólo con el protagonista, sino también con el antagonista, porque el conflicto será más complejo.
El conflicto entre dos fuerzas antagónicas capta el interés del espectador (
pixy.org)
Imaginemos, volviendo a nuestro ejemplo, la historia contada desde el tío. El pobre Scar, que siempre ha sido un cero a la izquierda en su familia, ha tenido que cargarse a su hermano como una llamada de atención para que le hagan un poco de caso, porque hasta ahora, en su larga y triste vida, nadie le ha dado afecto y se ha limitado a ser un león feo y marginado socialmente en el reino animal, mientras su hermano, el rey de la selva, vivía como un pachá.
Todo esto que os he contado así un poquito a cholón es, en realidad, teoría muy básica que encontraréis más detallada tanto en manuales de guión como en internet. Este artículo no tiene extensión suficiente como para profundizar mucho más en ideas complejas, pero antes de acabar me gustaría apuntar tres consejos que normalmente no incluyen los manuales y que está muy bien saber a la hora de ponerse a escribir algo con el fin de que tu historia le pueda gustar a alguien (además de a tus familiares):
1. «Todas las historias están ya contadas»
Sí, nuestra historia, con toda seguridad, ya ha sido escrita por alguien.
Esto, que en principio puede parecer devastador, es en realidad una oportunidad extraordinaria para dejar de calentarnos la cabeza con qué estamos contando y centrarnos en el cómo lo contamos.
La manera que tenemos de narrar, la mirada que ponemos sobre las cosas, es única y personal. En la forma es donde reside la verdadera originalidad de una historia –por eso El rey león y Hamlet cuentan la mismo pero son historias diferentes.
2. «Escribe de lo que sepas»
Un error muy común a la hora de enfrentarnos a la escritura es copiar aquellas historias que nos flipan. A mí, por ejemplo, me encanta El padrino (Francis Ford Coppola, 1972), pero eso no quiere decir que pueda escribir una historia sobre la mafia italoamericana en los años 60 en Nueva York –y si lo hago, con toda seguridad, será un ejercicio estéril y muy poco interesante porque ni soy mafiosa, ni sé italiano, ni he estado en Nueva York, y ni siquiera mis padres habían nacido en los años 60.
3. «Pon atención a las referencias»
Tan importante es fijarnos en las películas que nos gustan (¿qué funciona de ellas? ¿qué es lo que las convierte en historias excelentes?) como saber qué caminos no debemos tomar. Hay películas fallidas escritas con muy buenas intenciones. Estudiémoslas para saber qué no funciona de ellas y evitar cometer los mismos errores.