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14 de historias –la esencia del cine, después de todo. A mi tarea de director y guionista
le añadí la de montador, con la que intentaba corregir o al menos atenuar los miles
de errores de nuestras producciones. Bautizamos al proyecto como ‘Cine de Aula’. Si
en la escuela se hace teatro, se estudian matemáticas, se elaboran redacciones, etc…
¿por qué no íbamos a poder hacer películas? La actividad resultaba muy motivadora
para los participantes, aunque para mí llegaba a ser extenuante. Grabé dos cortos más
y a partir de ahí –y antes de que me echaran de casa por dejación de funciones–, me
propuse rodar uno al año.

Cambié de centro, con todo lo que aquello suponía. Otro lugar de trabajo, desconocido
y con otro tipo de alumnado. Y sobre todo sin las personas de confianza en las que
me había apoyado para llevar mis ideas a la práctica. Por un momento pensé que el
proyecto se terminaba. Pero entonces conocí a la profesora Cristina Martínez Güemes.
Compartí con ella mi idea y empezamos a trabajar juntos. Hacer cine puede ser agotador
si no lo haces colaborativamente. Incorporar a Cristina supuso un plus de mejora al
proyecto. Ahora somos cuatro ojos cuando grabamos y a ella siempre se le ocurren
buenas ideas para mejorar. Además su tarea como productora ejecutiva es estupenda.

Ese año perfeccionamos el proyecto. De mi bolsillo, compré una cámara que nos
permitiese grabar video con buena calidad y un micrófono para captar el sonido, algo
fundamental para dar credibilidad a nuestros trabajos. También conseguimos que el
centro nos pagase los gastos de atrezzo, las músicas, cartelería, etc. Y así nació Quiero
amar (2019). Ese mismo año, la celebración de un concurso sobre valores democráticos
me dio la oportunidad de grabar Tolera (2019), que realmente acabó siendo una pieza
audiovisual bellísima y con mucho trasfondo. Y además ganamos el primer premio y el
reconocimiento general de que habíamos hecho un trabajo fantástico.

Fotograma del cortometraje El sorteo (2020)