www.PlatinoEduca.com utiliza cookies de terceros para mejorar la experiencia de navegación del usuario y gestionar información analítica sobre los distintos espacios que la componen. Continuar con la navegación indica que está de acuerdo con nuestra política de cookies.
Configurar Aceptar
Autor/a: Charo Moreno
El cine y la información en tiempos de conflicto (1 de 2)
0
  
43

«De mayor quiero ser corresponsal de guerra»


«Las guerras siempre empiezan mucho antes de que se oiga el primer disparo, comienzan con un cambio del vocabulario en los medios».

Ryszard Kapuscinski


Esta frase del conocido periodista polaco, Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2003, nos acerca al importante y, en algunos casos, determinante papel que juegan los medios de comunicación en cualquier conflicto. Sin ir más lejos, las palabras guerra, invasión o ataque han sido prohibidas por el actual Gobierno de Rusia para describir la guerra en Ucrania, siendo sustituidas por el término «operación especial». El cambio de vocabulario en los medios nunca es casual. La sustitución de las palabras de forma calculada o la utilización de eufemismos puede convertir al lenguaje en un arma estratégica de propaganda, desinformación y manipulación de la realidad.

La labor de los corresponsales de guerra resulta clave en estas situaciones. Ellos persiguen la noticia allí donde se genera: durante el ataque, desde un búnker, en las trincheras, en plena calle. Buscan también las historias humanas. Están en alerta las 24 horas porque deben retransmitir sus crónicas en tiempo real varias veces al día para los informativos, los medios digitales y en las redes sociales. Hoy queremos saber lo que pasa de forma inmediata y queremos que el corresponsal esté justo allí donde está sucediendo.

La aventura, el riesgo, la oportunidad de ser testigo directo de los hechos históricos 19 que marcan nuestra era, producen la emoción y adrenalina suficiente para querer estar en medio de un conflicto bélico. Quizá por eso, una amplia mayoría de los estudiantes de periodismo quieren ser corresponsales de guerra.

Cartel de la película Un día más con vida (Golem).

El cine también nos ha ido contado las diferentes guerras y conflictos a través de la figura del corresponsal. Sin ir más lejos, la historia del propio Ryszard Kapuscinski es el argumento principal sobre el que se construye Un día más con vida (Raúl de la Fuente y Damian Nenow, 2018): una interesante película que combina la animación y el documental para relatar los últimos días de Angola como colonia portuguesa. No en vano fue premio del público en el Festival de San Sebastián en 2018 y premio Goya a la mejor película de animación en 2019.

Pero si un corresponsal de guerra tiene una actividad trepidante que a algunos les gustaría emular, también vive ese contrapunto menos romántico que supone enfrentarse a la soledad, al miedo, a la traición, y por supuesto al riesgo real de morir cualquier día. Las películas de este género nos presentan amores, desamores, rupturas familiares y una cierta búsqueda de identidad o de uno mismo, si se quiere.

El corresponsal canadiense Ross Munro escribe en el frente de guerra entre las localidades italianas de Valguarnera y Leonforte, en 1943 (Frank Royal).

Refleja muy bien esta disyuntiva entre lo profesional y lo emocional La corresponsal (Matthew Heineman, 2018), protagonizada por Rosamund Pike. Es el retrato de la neoyorkina Marie Colvin (1956-2012), la corresponsal del diario británico The Sunday Times que cubrió conflictos en Kosovo, Chechenia y Siria, entre otros. Se trata de una excelente radiografía de la figura del corresponsal de guerra.

Volviendo a los amores y desamores, en Bajo el fuego (Roger Spottiswoode, 1983) surge precisamente una historia de amor entre el reportero y fotógrafo que interpreta Nick Nolte y la periodista encarnada por Joanna Cassidy, a su vez ex pareja de otro de los protagonistas, Gene Hackman. La cinta está basada en hechos reales acontecidos durante los últimos de la dictadura de Somoza en Nicaragua, en 1979. Una línea similar sigue La situación (Philip Haas, 2006), donde la reportera en Irak que interpreta Connie Nielsen vive un triángulo amoroso con un fotógrafo local y un agente de la CIA.

Necesitamos que nos documenten las guerras no solo con palabras, sino también con imágenes. Queremos saber qué está pasando, pero tanto o más lo queremos ver. En algunos casos, el propio reportero lleva la cámara de fotos; en otros un fotógrafo o un cámara de televisión acompaña al periodista. Carmelo Gómez se pasa todo el metraje de Territorio Comanche (Gerardo Herrero, 1997) con la cámara de TV al hombro –cuando estas no eran pequeñas ni ligeras, precisamente–, junto al reportero que encarna Imanol Arias. El largometraje, basado en el libro homónimo de Arturo Pérez-Reverte, narra la guerra de Yugoslavia a través de estos dos corresponsales a los que se sumará la periodista interpretada por Cecilia Dopazo –un rostro muy conocido por los informativos de la cadena, pero sin niguna experiencia en la trinchera.

Cartel de la película El fotógrafo de Mauthausen (Filmax).

La española El fotógrafo de Mauthausen (Mar Targarona, 2018) no retrata la figura propiamente dicha del corresponsal, pero sí nos cuenta cómo las imágenes de horror captadas por el fotógrafo catalán Francisco Boix, recluso en el infame campo de concentración austriaco, resultaron determinantes para condenar a altos cargos nazis –además de ofrecer un documento gráfico inigualable del Holocausto. En este mismo periodo histórico, pero retrocediendo en la historia del cine, encontramos También somos seres humanos (William A. Wellman, 1945) y La batalla de Anzio (Edward Dmytryk y Duilio Coletti, 1968), ambas protagonizadas por Robert Mitchum y basadas en las historias reales de corresponsales de guerra que siguieron a los soldados aliados a finales de la Segunda Guerra Mundial.

Otro argumento al que el celuloide ha recurrido en repetidas ocasiones es el del corresponsal veterano frente al que cubre su primer conflicto. Los que tienen más experiencia se erigen en mentores de los recién llegados en El año que vivimos peligrosamente (Peter Weir, 1982), protagonizada por Mel Gibson, Sigourney Weaver, Linda Hunt y Michael Murphy. En ella, un corresponsal novato llega a Yakarta (Indonesia) en 1965 y hace equipo con un singular fotógrafo local –aunque también surge una historia de amor con el personaje de Weaver, que trabaja en la embajada inglesa.

En la guerra también hay tiempo y espacio para la amistad entablada con periodistas de otros países que, enviados por sus respectivos medios, coinciden en un mismo hotel. Los gritos del silencio (Roland Joffé, 1984) narra la amistad que surge entre Sydney Schanberg, el periodista del New York Times interpretado por Sam Waterston, y un intérprete local que encarna Haing S. Ngor.

Internet y las redes sociales han cambiado todo el mundo informativo, incluyendo lo que respecta a las guerras. Por eso, ante las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías, hay que reivindicar el trabajo y la experiencia profesional de los corresponsales que contrastan y confirman las noticias, evitando las fake news y la desinformación. Desgraciadamente, algunos las utilizan justo para lo contrario: como herramienta de propaganda y desinformación interesada.

Cartel de la película Morir para contar (39 Escalones).

Los que de mayor quieran ser corresponsales de guerra, tienen que saber que en 2021 aumentó un 20% el número de periodistas encarcelados. Y que hasta el pasado mes de marzo, las autoridades ucranianas registraron la muerte de al menos cinco periodistas, seis secuestrados y 148 crímenes contra informadores y medios de comunicación. (Fuente: Stratcom - Centro de Comunicación Estratégica
y Seguridad de la Información de Ucrania)
.

Para terminar esta primera parte del artículo (que va a tener su continuación), quiero recomendar el documental Morir para contar (Hernán Zin, 2018), donde reporteros experimentados nos cuentan sus recuerdos y la forma en que se enfrentan a ellos. Entre ellos están David Beriain y Roberto Fraile, dos periodistas españoles asesinados en Burkina Faso. Los dos lados de una profesión –o quizá vocación– arriesgada, valiente, emocional y, en ocasiones, también traumática.


Compartir:
TWITTER
FACEBOOK
LINKEDIN

Comentarios: 0

DEJA TU COMENTARIO

Tu email no será publicado.

Nombre*

Email*

Comentario*

(*) Campos obligatorios
COMENTAR

Revista PLATINO Educa
40 números (2020-2023)

Valora y comenta

¿QUIERES COLABORAR?

Si quieres compartir tu experiencia de cine y educación, escríbenos a: luis.caballero@platinoeduca.com

LO MÁS VISTO EN

EL BLOG

 

SÍGUENOS

TWITTER
FACEBOOK
YOUTUBE
LINKEDIN
INSTAGRAM
 

ETIQUETAS

Editado en Madrid por EGEDA
(Entidad de Gestión de Derechos de los Productores Audiovisuales). ISSN 2792-9043
egeda

LEYENDA DE ICONOS

Obra con distintas Versiones
Obra con Subtítulos
Obra con Guía Didáctica
Obra con Recurso Adicional PISA
Disponibilidad territorial:
No disponible para esta ubicación
ACTIVIDAD SUBVENCIONADA POR EL
MINISTERIO DE CULTURA Y DEPORTE