El cortometraje animado en stop-motion Piccolino. Una aventura en la ciudad (Giovanni Maccelli, 2020) narra las aventuras de un gusano que llega accidentalmente a la ciudad, y de una alegre y simpática cucaracha, llamada Lola, que conoce todos los trucos para sobrevivir y disfrutar de lo que le ofrecen las calles.
Durante los primeros años escolares, los niños y las niñas descubren su entorno próximo con curiosidad y asombro, lo cual les permite empezar a hacerse una idea del mundo en general, a desarrollar su pertenencia a él, a socializar y también disparar su curiosidad –base fundamental del interés científico.
En este sentido, la historia del gusanito Piccolino les muestra la ciudad de una forma lúdica y cercana a su forma de ver las cosas. La perspectiva del relato se hace desde el suelo y a la misma escala de los invertebrados protagonistas, llevándoles por una narración donde los pequeños objetos –como restos de comida, pinzas de la ropa o chapas– aumentan de tamaño; donde las personas se tornan en gigantes y los espacios cotidianos se transforman en peligros –pero también en diversión.
Sumado a todo ello, la técnica de animación y el tratamiento sonoro –tanto de la música como de los ambientes– estimulan la exploración de los elementos, la identificación de objetos y materiales y de sus propiedades, el reconocimiento de las sensaciones que estos producen, y los efectos de sus acciones sobre ellos –todo lo cual se corresponde con el inicio de la comprensión del funcionamiento de la realidad. Se trata de una extraordinaria aventura desplegada sobre el paisaje urbano.
Actualmente, algo más de la mitad de los habitantes del planeta vive en ciudades, y gran parte de esta población son niños y niñas. Por eso se hace necesario sensibilizarlos en su conocimiento del medio y hacerlos partícipes activos de su cuidado, a través de lo que piensan e imaginan para su mejoramiento y para el bienestar de todos los que las pueblan. Se ha visto que, en algunas ciudades, aquellos que toman las decisiones han convocado procesos participativos de niñas y niños a fin de escuchar de ellos propuestas que permitan ampliar la visión de lo que significa el desarrollo urbano –a veces restringida y adultocéntrica. Piccolino. Una aventura en la ciudad es una estupenda manera de introducir estas reflexiones en la escuela.
En cuanto a la formación de valores y competencias esenciales para un crecimiento sano, el corto plantea aspectos de gran relevancia como la amistad y el compañerismo –que se estructuran alrededor de los cinco años–; la creatividad y la entereza para enfrentar y superar los miedos; la empatía con los seres de la naturaleza y su medio ambiente –rural o urbano– a fin de lograr la sostenibilidad de este.
La utilización de obras audiovisuales como Piccolino. Una aventura en la ciudad en aulas de Educación Infantil y en los primeros cursos de Primaria –es decir edades comprendidas entre los 3 y los 7 años–, inicia a los más pequeños en el aprendizaje asertivo de las tecnologías de la información y la comunicación, así como en el desarrollo del pensamiento crítico desde y frente a las mismas. Se recomienda acompañar estas actividades de cine con otras lúdicas y experimentales, que permitan a los niños y niñas aprender desde su cuerpo y sus vivencias, para afianzar, a través de todos sus sentidos, los conocimientos adquiridos.