El cortometraje Conversaciones con un mono se plantea como una charla en tono tragicómico entre Juan Siegman, un maduro director de cine sumido en una crisis creativa, y el robot de inteligencia artificial IAN, cuya función es servir de ayudante de guion con altas capacidades narrativas. Durante el diálogo, Siegman plantea preguntas filosóficas y éticas con respecto a la tecnología y su influencia en la existencia humana en el presente y en el futuro.
El cine de ciencia ficción –género en el que se enmarca la película– utiliza la ciencia y sus especulaciones para construir narraciones que tienen la capacidad de reflexionar sobre los aspectos más complejos de los individuos y las sociedades en las que viven –debido, quizás, a que los escenarios y situaciones se presentan como hipotéticas y alejadas de la realidad.
La historia de Conversaciones con un mono se centra en tema recurrente para los cultivadores de este género: el ‘shock del futuro’. Y, en particular, el que nos depara el inminente desarrollo de la inteligencia artificial (IA) y la robótica.
Cabe recordar que toda actividad humana de la actualidad, desde la más cotidiana a la más sofisticada, está condicionada por la ciencia y la tecnología. La sociedad en su conjunto –y especialmente las generaciones de ‘nativos digitales’– lo ha aceptado de manera más o menos natural. Esto, sumado a la velocidad exponencial del adelanto tecnológico –que lleva a algunos a predecir que en el año 2045 la inteligencia artificial ‘alcanzará’ a la inteligencia humana–, hace que muchas de las problemáticas contemporáneas más urgentes tengan su origen aquí.
Algunas preguntas surgidas en este contexto son:
–¿Puede la libertad sobrevivir la embestida de la ciencia?
–¿Qué es una persona y en qué se diferencia de una inteligencia artificial?
–¿Puede una máquina pensar y tener sentimientos como los humanos?
A partir de inquietudes como estas surge la filosofía de la inteligencia artificial, una rama de la filosofía de la ciencia y la filosofía de la tecnología que reflexiona sobre la inteligencia artificial y sobre sus implicaciones para el conocimiento, la comprensión del cerebro humano, la ética, la epistemología, la conciencia, el libre albedrío e incluso la creación de vida artificial.
En este sentido, cabe señalar que las películas de ciencia ficción tienen la virtud de introducir a los jóvenes espectadores en áreas del conocimiento científico que normalmente les resultan lejanas. Y lo hacen de manera lúdica e inspiradora, constituyendo un vehículo especialmente adecuado para el ámbito educativo. Aunque se trata de cine –es decir, arte y narración–, muchos realizadores han buscado obsesivamente que sus historias sean, en la medida de lo posible, verdaderamente científicas. Lo cual puede llegar a constituir un maravilloso juego del saber.
Por otro lado, Conversaciones con un mono ofrece una interesante idea metafílmica acerca del proceso creativo de la escritura de un guion y del cine en general. Y es que el corto, que se inicia con la idea tantas veces repetida desde mediados del siglo XX de «el cine ha muerto», termina con una idea irónica y optimista sobre el arte como expresión máxima del humanismo.
Conversaciones con un mono y su material didáctico posibilitan la divulgación y el análisis de la tecnociencia –área central de la sociedad de hoy y del mañana– desde perspectivas diversas, que van de las matemáticas a la filosofía, o de las ciencias de la computación a la realización cinematográfica. Se recomienda especialmente para trabajar con alumnado de Secundaria, entre los 12 y los 15 años.